Probablemente el primer impacto ambiental ocasionado por el ser humano fue la agricultura, al transformar el suelo natural en suelo cultivable. Desde los inicios de la agricultura, el ser humano ha llevado a cabo prácticas para evitar o reducir daños en los cultivos, además de intentar obtener el máximo rendimiento posible de los mismos. El uso de compuestos con actividad fertilizante o plaguicida ha sido uno de los métodos empleados para alcanzar tales fines. Sin embargo, no será hasta mediados del siglo XX cuando estos compuestos alcancen una gran importancia. Ante una situación de gran demanda de alimentos y la necesidad de reducir pérdidas económicas debidas al ataque de agentes biológicos sobre los cultivos, la industria química de la mano de la revolución industrial, sacó al mercado una serie de compuestos sintéticos: por un lado, aquellos que presentaban actividad plaguicida, y por otro los que proporcionaban a las plantas nutrientes necesarios para un correcto crecimiento y desarrollo, los fertilizantes. Estos productos tuvieron una gran demanda, pues eran baratos y eficaces, aunque muchos de ellos extremadamente tóxicos.
El término plaguicida o pesticida, hace referencia a toda aquella sustancia que tenga por objeto prevenir, destruir, repeler o mitigar cualquier plaga, y comprende una gran variedad de compuestos que son clasificados en función de diversos criterios, entre los cuales los más empleados son la estructura química y la acción específica. Atendiendo a la estructura química, se clasifican en diversas familias, que incluyen desde los compuestos organoclorados y organofosforados, hasta compuestos inorgánicos. De todos ellos, se conocen cuatro familias de elevada importancia dada su incidencia negativa sobre la salud y la gran demanda de su uso; se trata de los organoclorados, los organofosforados, los carbamatos y las piretrinas.
Los plaguicidas más ampliamente utilizados son los Organoclorados, los cuales son compuestos altamente contaminantes que presentan una elevada persistencia y lenta biodegradabilidad. Los Organofosforados se utilizan principalmente en el control de plagas como alternativa a los anteriores, ya que se degradan con mayor facilidad. Los Carbamatos son otro grupo de plaguicidas relativamente inestables, con cierta selectividad y un tiempo corto de persistencia. Las Piretrinas son plaguicidas obtenidos por secado, molienda y pulverización de la flor del crisantemo. Tienen una relativa selectividad, metabolismo rápido y no dejan residuos en la atmósfera. Dentro de las Piretrinas destacan los llamados piretroides, piretrinas sintéticas consideradas más efectivas, estables y con menor efecto residual.
A continuación, exponemos los tipos de pesticidas atendiendo a su acción específica:
• Insecticidas: Contra insectos perjudiciales Catalogados según el estadio sobre el que actúan. Fungicidas: Se utilizan para acabar con los hongos y mohos perjudiciales tanto para plantas como animales
• Bactericidas: Empleado para el control de bacterias patógenas.
• Acaricidas: De idéntico funcionamiento a los insecticidas, pero empleados para repeler ácaros.
• Herbicidas: Para eliminar las plantas consideradas nocivas Pueden ser fitorreguladores y productos afines.
• Nematicidas: Mata nematodos parásitos de plantas y gusanos de suelo.
• Rodenticidas: Contra roedores.
• Molusquicidas: Para eliminar caracoles y otros moluscos.
El empleo de estos compuestos ha aumentado de forma continuada, consecuencia de los beneficios directos e indirectos que presenta su uso. Los plaguicidas sintéticos cumplen un papel importante al reducir notablemente las pérdidas de las cosechas mediante el control de las plagas y las enfermedades que éstas producen en los cultivos, los cuales se desarrollan en condiciones de menor competencia, dando lugar a frutos más uniformes y de mejor aspecto. El aumento de la eficiencia agrícola, resultado del uso de estos compuestos, influye sobre aspectos como el valor de los alimentos, determinando que sean más o menos accesibles económicamente hablando.
No obstante, el empleo de estos compuestos tiene un fuerte impacto no solamente sobre el ser humano sino también sobre el medio ambiente y su biota ya que son muy tóxicos y persistentes
Los plaguicidas representan un riesgo potencial para el ser humano. En la mayoría de los casos los efectos de su uso se traducen en intoxicaciones leves, sin embargo, se ha observado que una exposición prolongada a dosis bajas de ciertos plaguicidas está relacionada con el desarrollo a medio y largo plazo de diversos tipos de trastornos como son el cáncer, la supresión inmune y alteraciones reproductivas o del sistema nervioso.
En cuanto al medio ambiente, el uso generalizado de agroquímicos ha sido asociado con la contaminación de agua, suelo y aire influyendo sobre la flora y fauna causando así un desequilibrio en el ecosistema. El suelo es lo más afectado, ya que recibe a estos compuestos por diferentes vías como aplicaciones directas, derrames, disposición fina, influyendo sobre la fertilidad del suelo, que se ve reducida ya que también se ve afectada la microbiota asociada a ese suelo y que favorece el crecimiento vegetal, afectando también a la tasa de erosión, la cual se ve incrementada.
A pesar de ser compuestos económicamente accesibles, de rápida actuación y fácil manejo, su influencia negativa sobre el ser humano y el medio ambiente ha llevado a la búsqueda de alternativas efectivas y más respetuosas con la naturaleza.
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